
Una blanca silueta femenina perfilada entre la tenue bruma de la madrugada con el pelo de plata cayendo suavemente como una cascada.
Libre y salvaje.
Un negro profundo salpicado de moribundas estrellas como telón de fondo.
Y en la distancia el sonido del mar golpeando las rocas.
Un halo de mágica luz blanquecina parecía envolver su cuerpo desnudo como la sombra adherida a sus gráciles y lentos movimientos.
Paralizado por el hechizo de la belleza, observé durante horas su armoniosa danza bajo las estrellas.
Horas que probablemente fueron segundos.
Segundos grabados a fuego en mi memoria que se repiten constantemente para recordarme que una vez pude estar en contacto con lo divino.
A solo unos metros.
Si hubiese podido caminar habría podido acercarme y estrechar su mano.
Sumergirme en sus profundas pupilas de otro mundo.
Besar espontáneamente sus labios.
Y bailar.
Estrechando su cuerpo contra el mio en un baile eterno hasta que nuestras respiraciones, latidos y deseos se fundieran en una única entidad.
Hija de la luna o de alguna estrella.
¿Volveré a verte?
¿Podré sentirte?
¿Acariciarte?
¿Al menos soñarte?
___***___
Uno de los escritos incluidos en “Crónicas de un bufón loco”, mi primera antología, la cual puedes conseguir aquí.
¡Espero que os guste!